Parece demasiado bueno para ser verdad, pero existe desde hace miles de años. Fue usado y se cree que desarrollado por primera vez en África, también se sabe que fue muy usado en China, es habitual en centro América en la actualidad. Es simple, no produce impacto ambiental y tecnología empleada es muy básica. Se trata de ollas de barro que se entierran en la tierra, dado que el agua se filtra poco a poco gracias a la porosidad del barro.
Se fabrican exclusivamente con una mezcla de barro y se cuece lentamente. No han de estar esmaltadas, ya que de ser así no se produciría la transpiración, aunque puede tener esmalte o pintura en el cuello para ayudar a su visibilidad en la tierra, o inclusive en algunos casos puede barnizarse hasta la mitad o mas para conseguir una irrigación mas profunda si son plantas de gran desarrollo de raíces.
El sistema es simple, la olla enterada se llena de agua, esta empieza a liberar el agua hasta que la tierra a su alrededor se satura, entrando en equilibro con la capaciadad de campo del lugar donde ha sido enterrada. Según la planta va necesitando agua, la va obteniendo del terreno, que a su vez, es repuesta por el agua de la vasija, manteniendo el equilibrio el nivel de agua en el suelo, por lo que el sistema se autorregula según la necesidad de la planta. Es recomendable utilizar una técnica de acolchado vegetal para no perder la humedad por la superficie de la tierra por evaporación. Según el tamaño del cántaro, el agua debería ser suficiente para al menos 2 ó 3 días sin regar.
Es recomendable que la olla se mantenga tapada para no perder agua por evaporación. La tierra no debe ser muy compacta para permitir la correcta irrigación del suelo. Esta técnica la podemos utilizar tanto en macetas o cajones, como directamente en el terreno.
Es increíble como una tecnología milenaria, puede fácilmente reemplazar a complicados sistemas, que consumen energía, utilizan materiales poco amigables, y salen bastantes caros de instalar.
